domingo, 12 de febrero de 2012

Procrastinador profesional

Hoy he descubierto al fin cuál es mi trastorno. O, mejor dicho, al fin le he puesto nombre. Sí, amigos, si es verdad que todos tenemos una tara, la mía es sin duda la "procrastinación". ¡Y ojo, que no se me da nada mal!

La procrastinación se define como un trastorno del comportamiento que consiste en la acción o hábito de postergar actividades o situaciones que deben atenderse de modo más o menos perentorio, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes y agradables.

Golpetear así es un signo de procrastinación
Puesto que doy por sentado que nadie se ha sentido identificado/a con este trastorno tan insólito ni por un instante, prosigo con la explicación. Comúnmente, se produce procrastinación siempre que existe una tarea pendiente de realizar que se pospone una y otra vez hasta que no queda otro remedio que llevarla a cabo. Se parece mucho, en cierto sentido, al conocido "Síndrome del estudiante", consistente en esperar al último minuto del último día de plazo para entregar un trabajo pendiente. En el caso de la procrastinación, la característica principal radica en que el acto a posponer suele ser percibido como abrumador, desafiante, inquietante, peligroso, difícil, tedioso o aburrido, es decir, estresante, por lo cual se autojustifica posponerlo a un futuro indefinido e idealizado.

Por si con esta información no se definiesen son suficiente exactitud mis experiencias, aún queda por desvelar la pieza clave del trastorno. Y es que, según los expertos, la costumbre de procrastinar puede generar dependencia de diversos elementos externos, tales como navegar en internet, leer libros, salir de compras, etc. Me desmarco de la última, pero, ¡acabáramos, ahora sí que me siento víctima de la procrastinación! De hecho, no negaré que he descubierto mi naturaleza de procrastinador procrastinando.

Se supone que iba a emplear esta mañana en avanzar unos trabajos pendientes que, la verdad, no es plan de seguir posponiendo. En lugar de ello, me he dedicado a navegar por internet (síntoma inconfundible de la más perra procrastinación) y, además de encontrar un montón de artículos interesantes en diversas páginas y blogs y de descubrir todo tipo de videos y montajes divertidos, me he topado por casualidad con el término "procrastinar", mira por donde, ¡ahora ya sé lo que me pasa!

Esto también es procrastinar
Así pues, no puedo expresar con palabras mi gratitud a la insistente procrastinación por llamar tan obstinadamente a mi puerta. Gracias a ella, amiga fiel, he aprendido cosas que jamás habría sabido sin su ayuda, he leído libros absolutamente maravillosos, he disfrutado de momentos únicos, he conocido lugares la mar de interesantes y, como consecuencia colateral, he comprobado los increíbles niveles de eficacia que puedo alcanzar cuando apenas me quedan unas horas para entregar un trabajo o estudiar un examen.
¡Y ahora, para mayor veneración, puedo ponerle nombre a una parte de mi identidad gracias a la sagrada procrastinación! Tal y como decía la canción religiosa, yo repito: 

¡¡Procrastinación!!
"¿cómo te podré pagar tanto bien como me has hecho?"

Así pues, aquí me teneis, procrastinando como un poseso al tiempo que os hablo del arte de la postergación. Ya sabéis: hé aquí un procrastinador profesional, para servirles. Pero... sin prisas, ¡eh!

Desde aquí quiero animaos a todos los que os sintáis en deuda con la procrastinación a comentar esta entrada

¡Ánimo, no os cortéis! Hablad de esa experiencia que le agradecéis a la procrastinación, narrad aquella ocasión en que os hizo tanto bien o, simplemente, escribir un "Me gusta", a la usanza de las redes sociales. ¡Seguro que, quien más y quien menos, todos conservais en vuestra memoria algún memorable coqueteo con la procrastinación!

Fuente de las imágenes: Wikipedia y Cancunforos.



P.S.: pese al carácter desenfadado y divertido de esta entrada, me parece importante aclarar que la procrastinación CRÓNICA, es decir, posponer de continuo una decisión o acción importante, es un problema serio que provoca verdadero sufrimiento en la vida de las personas que lo vivencian. Se deriva del miedo al cambio, de la dependencia emocional y/o de la falta de autoestima, y somete a las personas a un bloqueo total de sus capacidades y posibilidades de crecimiento que resulta muy difícil de romper, ya que, cuando se convierte en problema, la persona ya suele arrastrar una larga historia de convivencia con la procrastinación que no ha hecho sino aumentar la fuerte sensación de incapacidad que en su momento, por las razones que sean, se originó. Por eso, si bien es cierto que todo el mundo procrastina alguna que otra vez, hay que saber que, para algunas personas, la procrastinación es un auténtico calvario. Todo mi respeto y ánimo para ellos.

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