lunes, 17 de septiembre de 2012

Cobran un euro por ver el Ecce Homo de Borja

La noticia:

El Ecce Homo de Elías García antes y después de la intervención de Cecilia Giménez


A día de hoy, todos conocemos bien la transformación que ha sufrido el Ecce Homo de Borja (Zaragoza) a manos de Cecilia Giménez, una vecina octogenaria del antedicho municipio que con su mejor intención se ofreció a restaurar por su cuenta y riesgo el fresto original del artista Elías García Martínez. Alguien se lo permitió -según se dijo, el párroco, aunque él lo niega-, y ella se puso manos a la obra. 
Desde que la noticia salió a la luz, internet entró en ebullición con cientos y cientos de comentarios, chistes y versiones de lo más estrambóticas. Medio globo se ha reído con el Ecce Mono (lo que no es una nimiedad) mientras la autora de la polémica se sumía en un estado de ansiedad que la llevó al hospital, manteniéndola actualmente confinada en su casa casi sin mantener contacto con el exterior.
En el pueblo, los efectos no se han hecho esperar. Durante las últimas semanas, el Santuario de la Misericordia de Borja se ha convertido en un sindiós. Según los datos disponibles, ha pasado de recibir 300-400 turistas durante todo el verano a 30.000 en menos de un mes. Dato éste que no ha pasado inadvertido a los propietarios del santuario, la Fundación Sancti Spiritus, quienes desde el pasado sábado ya han empezado a cobrar la entrada a 1 euro.
Parece poco, es cierto, pero si hubieran empezado a cobrarlo desde el principio de esta historia, ya tendrían 30.000 euros en el bolsillo, y eso ya es algo a considerar. Y vaya si lo han considerado, aunque un poco tarde para lo que suele ser habitual entre los de su especie.
Últimamente se ha generado por todo el país un debate acerca de la conveniencia de restaurar adecuadamente la imagen de Elías García o bien conservar la peripecia de Cecilia Giménez. La postura actual parece ser la de salvar ambas, según apuntaba Encarnación Ripollés, una de las profesionales a cargo de su restauración. No voy a entrar en esta polémica, de la que mucho se ha escrito ya.
Más bien, lo que me asombra de todo esto es el descaro demostrado por la fundación. Después de verter críticas sobre el "destrozo" y su autora, después de humillar a Cecilia y de exponer de forma reiterada la necesidad de una restauración urgente, no tienen inconveniente alguno en sacar tajada del revuelo originado por el Ecce Mono. El dinero que recauden, según las declaraciones de Miguel Arilla, será destinado a recaudar fondos para el santuario. En sus propias palabras, "de momento se deposita en la fundación el dinero y más adelante veremos qué uso se hace de él". 
Y yo me pregunto: ¿qué pasa con Cecilia? 
No nos engañemos, la inmensa mayoría de los 30.000 visitantes del santuario no iban a ver el santuario. Iban a ver el Ecce Mono de Cecilia Giménez. Luego, si Cecilia no hubiese tocado la pintura de Elías García, de ningún modo habría sido tan visitado el santuario. Esto es lógica parvularia. Naturalmente, este silogismo está asociado a otro igual de importante: si Elías García no hubiese creado esta obra de arte, Cecilia no habría tenido oportunidad de alterarla.
¿Dónde quiero llegar con todo esto? No pretendo decir que la recaudación debiera ser para Cecilia; seguramente, ella tampoco la aceptaría, no es ese tipo de personas que busca el propio beneficio. Pero debo decir que tampoco me parece -¿cómo diría yo?- coherente recaudar fondos con dudosa finalidad del fenómeno que al mismo tiempo estás rechazando de pleno. Que no se malinterpreten mis palabras: no es que esté mal recaudar fondos de aquellos que accedan a pagar el euro. Lo que no es de recibo es la hipocresía que subyace a esta recaudación, y que se puede expresar como: "pongo a caer de un burro un hecho del que al mismo tiempo obtengo beneficio". Y sin ningún apuro. A lo mejor es cosa mía, pero pienso que, si no estoy de acuerdo con algo, no tiene sentido que yo me lucre de ello. O lo rechazo o lo aprovecho, una de dos.
Claro que el Ecce Homo de Elías García tiene valor artístico. ¿Cuánto?, no lo sé, mas tampoco creo que sea la clave del debate. La clave es que sí tiene valor artístico, cosa de la que carece la obra de Cecilia Giménez. Ahora bien, también es cierto que Elías García es ahora más conocido que hace unos meses, al igual que el santuario. El medio por el que ha adquirido más fama es discutible, pero el hecho es innegable, y también tiene su valor.
Otro hecho es que, mientras el santuario se llena gracias a la pifia de Cecilia y da beneficio a la fundación, la autora sigue enclaustrada en su casa, abrumada por la que se le ha venido encima.
Llegados a este punto de la historia, un servidor se pregunta: ¿quién permitió no un día, sino muchos, que esta mujer acometiese esta restauración? ¿Quién dio el visto bueno? ¿Quién no puso pegas? ¿Quién sabía que aquello era un error y no lo detuvo? No creo que de eso se pueda acusar a Cecilia quien, pese a su buena voluntad, es a todas luces una ignorante artística que está sufriendo las consecuencias de una decisión bienintencionada, pero nada acertada, que desde el primer momento se le fue de las manos.

2 comentarios:

  1. No me parece mal que si alguien quiere dar un donativo al ir a ver la pintura, lo pague. Que se recaude a modo de entrada me parece, no absurdo, pero sí de todo punto incoherente, y precisamente por el mismo motivo de hipocresía que señalas. Creo que a todo esto se le ha dado una relevancia y cobertura que no merecía. Tal cual. Y también pienso que nadie se ha molestado en taparlo (la palabra adecuada sería no darle más pábulo del necesario) precisamente porque se vio el tirón que estaba generando. Es decir, que alguien se dio cuenta, después de criticar el suceso, de que podía sacar rédito, y se lanzó a ello. Y como los medios de comunicación lo ponen fácil…
    Yo habría hecho lo mismo, o algo parecido, si te soy sincero, y me explico. Habría procurado quitar hierro en lugar de echar más leña al fuego, no se gana nada martirizando a la pobre señora bienintencionada, la pintura no se va a arreglar porque a la mujer le dé un ataque de ansiedad. Y si no se arregla de cualquier otra forma, tampoco pasa nada: la imagen representada y el orgullo y pasión de los creyentes me es indiferente, pero la salud mental de la mujer no. Pero mira, si puedes aprovechar el incidente para promocionar al pueblo, tanto mejor; eso es aprovechar una oportunidad de negocio que no hace daño a nadie por sí misma. Pero es éticamente inaceptable que la aproveches sin evitar hundir a la señora. Sobre todo porque sin ella, no habría habido oportunidad. Y vuelvo a lo mismo que tú: coherencia, que es lo contrario de hipocresía.
    Cuando pasa algo así, te subes al tren, intentas que haya una buena salida de la situación para todos, sacar algo bueno de una cosa que inicialmente se mostraba desfavorable,… y si te mueves rápido, hasta sacas a Borja de la crisis a base de turismo. A mí la gráfica del siguiente enlace me parece muy significativa, son las visitas al artículo del pueblo en es:wiki (véase: http://stats.grok.se/es/latest60/Borja_(Zaragoza) )

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  2. Una gráfica muy elocuente, desde luego. Totalmente de acuerdo contigo, Eric. Y, efectivamente, si debemos quedarnos con lo positivo, yo señalaría dos cosas: la primera tiene que ver, como bien comentabas, con el beneficio económico que está suponiendo todo esto para Borja; y la segunda es que la peculiar versión de Cecilia realmente ha sido bien recibida (podía no haberlo sido) por la opinión general, y ha hecho reír a muchísimas personas. Si la risa es vida, le debemos un pellizquito de vida a Cecilia Giménez. Sinceramente, espero que se reponga pronto.
    ¡Gracias por dejar tu comentario, Eric! Aquí siempre eres bienvenido.

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